Reseña de la novela «Gafas, el Buscador» de Ernesto Bianchi
Es asombroso que la creación de un universo paralelo pueda desarrollarse con tanto detalle y con una fabulación tan ardua y fantástica, que cierre perfectamente en una lógica descabellada y un ordenado y caótico desorden.
El autor de esta saga de ciencia ficción (originada en la ciudad de Magjaber, se supone que con una población evolucionada y un nivel de conciencia superior al terrenal), no deja de ponernos constantemente frente a las incoherencias humanas y divinas de la existencia.
Vídece, el protagonista absoluto de la saga, sigue atormentado y buscando la pregunta correcta que explique sus porqués, y nada mejor que alguna de sus reflexiones para ilustrar el dilema:
“Una vez más, he sido engañado por aquellos que reparten almas a los cuerpos en la Tierra. Me dijeron que mi estancia en el paraíso era un error, que mi vida pasada había sido tan solo una ilusión del pensamiento. Me explicaron que, alguna vez, alguien me pensó en la Tierra y que nací en base a ese deseo. Después, me mostraron que la vida vivida para lograr llegar al cielo había estado equivocada; pero ¿quiénes son aquellos que me juzgaron y marcaron la pena? Si el paraíso ya lo tenía ganado, ¿con qué excusa me volvieron a la vida? ¿Por qué soy yo el equivocado y no ellos? ¿Por qué debo pagar los miedos encarnados en sus temores?”.
En esta entrega, Vídece regresará de Sheol pasados 70 años, cuando tan solo él tiene conciencia de haberse ausentado unas horas. El nuevo mundo que encuentra le asombrará, no por desconocido, sino porque aquel conocimiento guardado en Magjaber para preservar la seguridad de los humanos, ha sido divulgado por Gafas, El Buscador, que facilita la información a cualquiera que tenga acceso a él, sin tener en cuenta en quién se depositan datos que, a veces, resultarán peligrosos para el individuo y la sociedad de que se trate.
Las nuevas tecnologías harán posible crear vida in vitro, con un desprecio absoluto al reparto de almas que deberían asignarse a esos cuerpos, que no han seguido el protocolo habitual. La reunificación de las personalidades del alma no se producirá a través de la conciencia y esta no podrá elegir en quién quiere nacer; una alteración no subsanable, que contribuirá a la confusión de nuestros días:
“Nazco en un mundo incierto, donde las certezas son escritas en libros escritos por hombres inciertos. Me piden ganarme el cielo, que siempre fue mío”.
Así y todo, el autor nos volverá a meter en un mundo trascendente, donde dioses y semidioses, en contubernio con sus propias limitaciones, dialogarán con Vídece para tratar de guiarlo y protegerlo. En un fantástico frenesí de universos varios: “… las anomalías generan universos propios…”, nos pondrán ante la interesante cuestión de si es el hombre quien crea dioses y estos existen a través de ser pensados por él, en función de sus propios intereses, otorgándoles los poderes necesarios para lograr lo que se les pide; y, cuando no responden a demandas, el hombre se siente engañado, la coartada perfecta para justificar cualquier acción posterior.
Adoración Pérez Ferrer
Editora de Maquetacionlibros.com