Reseña de «Ciego, reinvéntate” de Ernesto A. Bianchi

Reseña de «Ciego, reinvéntate” de Ernesto A. Bianchi

Esta nueva novela del autor de ciencia ficción Ernesto A. Bianchi, da un giro hacia el relato de una experiencia muy terrenal, vivida por un adolescente ciego, en la que tampoco faltan elementos fantásticos de lo intangible. Está narrada en primera persona por el protagonista y todos los personajes, como siempre es sus obras, son los imprescindibles para exponer lo que quiere. Su paisaje preferido es el alma del hombre, no busquen descripciones ajenas a él ni arropamiento de vestuario, música y localizaciones atractivas para la escena que se proyecta: es puro teatro, sin recursos que distraigan del meollo de la cuestión.

            Al nacer ciego, Jacinto se ve privado de hacer una vida normal, como la que tendría cualquier niño. Como compensación, sus padres lo cuidarán y protegerán siempre, pero esto no hará que no pase por etapas de desconcierto y rebelión, típicas de un joven que, además, soporta una incapacidad física, que no le deja «ver» otras situaciones.

            Su madre decide que ya es hora de que tenga más trato con el exterior y de que reciba información no procesada ni proporcionada por la familia, que siempre lo mima, dándole un sesgo poco real de la existencia.

            A pesar de su negativa, la madre lo dejará sentado en un banco de la plaza de la iglesia, cada día un rato, completamente segura de que es el lugar apropiado porque pasa mucha gente. Poco a poco y en el transcurso de los días, ese rato inicial se convertirá en horas, facilitando que todo tipo de personas se sienten a su lado y que terminen contándole, incluso, lo que no quiere oír.

            Algo mueve al género humano a contar a un desconocido, mucho más con el aliciente de que es ciego y no puede vernos, lo que nunca contamos a nadie. Y ahí está el joven Jacinto, como cura en confesión, cargando con todo tipo de pecados y traumas de personas ajenas a su vida, que le levantarán todo tipo de sensaciones.

            Llegará un momento, en que ya no será un mero oyente e interactuará con cada uno que se acerque, porque está expuesto, es inocente y algunas personas no solo quieren un escuchante, sino que ven en él alguien propicio a cumplir sus expectativas, no siempre sanas.

            Será como un curso acelerado de conocimiento del mundo exterior y por increíble que parezca, no exento de peligro; prácticamente, como la vida de cualquiera que haya ido al colegio, al trabajo y que haya tenido relaciones interpersonales.

            Nadie podría pensar que estar en un banco sentado, siendo ciego y en un lugar donde se supone pasan una mayoría de personas que van y vienen a la iglesia, suponga tanto riesgo. Pero para eso está el humano, para que cualquier cosa sea posible: la bondad, la maldad, el abuso, la lástima…

            El autor tiene un toque muy personal y todo lo que trata lo hace exhaustivamente, hasta la obsesión, como si quisiera agotar las posibilidades, todos los ejemplos de aquello que expone, como si no hubiera nada más alrededor.

Esto hace que sus argumentos sean constantes, sin tregua, para dejar claro aquello que quiere transmitir. Es intenso y se implica. Nos dejará claros sus pensamientos y creencias y aportará casuística, vaciará el morral.

Nos dejará cualquier cosa, menos indiferentes.

Adoración Pérez Ferrer

Editora de Maquetacionlibros.com

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Clara de la Riva

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